Liderar es conversar.
El mal trabajo igual que los malos amigos estrecha la mente. Las conversaciones en esos ambientes son repetitivas, siempre se habla de lo mismo, de la misma manera y cada uno repite las mismas ideas con las mismas palabras. Los malos trabajos son aburridos , tediosos, insoportables. La queja es el murmullo de fondo, pero nadie sabe salir de ellos.
Las escuelas de negocios no enseñan a conversar. Me decía una persona de marketing institucional de una gran consultora en Madrid que los socios «solo hablan entre ellos y de sus cosas. Cuando les pones delante de un cliente no tienen conversación. Si les sacas del futbol, del golf, de coches, de barcos, de vacaciones… No saben de qué hablar». Si les sacas de una charla educada y convencional, que repiten una y otra vez no hay nada.
Y se necesita algo más que charlar y dar discursos para alimentar el buen gobierno de una empresa.
Cuanto más arriba estás, más tiempo dedicas a hablar.
La empresa está avanzando en esa dirección, espacios abiertos, intercambios, nuevas habilidades.. pero las personas no mejoran en su calidad de conversación.