Enamorados del diagnóstico
Muchas personas piensan que gracias a que tienen un diagnóstico tienen algo. Y otras tantas están dispuestas a dar un diagnóstico aunque nadie se lo pida. No se necesita ser un profesional de la medicina o de la gestión, de la economía o del deporte, cualquiera puede dar un diagnóstico. «estás muy mal, gordo, delgado, este niño ha salido tan nervioso como su abuelo, tienes los mismos dolores de cabeza que tenía tu padre» un jefe puede decir «no vales para esto, no te esfuerces, no entiendes» y un padre decir «serás un pinche toda tu vida». Da igual. Existen múltiples posibilidades de diagnóstico y cualquiera puede diagnosticarte.
El médico que dice » por desgracia esto lo tendrá para toda tu vida», el psicólogo que se aventura a decir «es una chica límite», el profesor que dice «su hijo tiene un TDAH, Trastorno por deficit de atención e hiperactividad», el amigo que te mira a los ojos y se aventura a decirte «lo tuyo es ansiedad crónica», el jefe que te te despide «por inútil».
Todos quieren tener algo y tienen un diagnóstico.
Mara Selvini Palazzoli y el grupo de terapeutas de Centro para el Estudio de la Familia Milán daban una visión hiperrealista del diagnóstico: una mujer se acercó a ellos y hablo largamente de su depresión y uno de los terapeutas le dijo «¿Se ha traído su depresión para que podamos observarla?»