El titulo de este post puede parecer una «bofetada al gusto público».
Todo lo contrario: es un canto a la libertad. A emanciparnos de la dictadura emocional, que desató Daniel Goleman con su libro, La Inteligencia Emocional(1995)
Cierto que a Goleman le debemos la entrada de las emociones en la empresa. ¡Gracias Goleman! Pero cada vez que veo llorar a Messi me acuerdo de Goleman. Cada vez que un cliente hace referencia a una llorera incontenible en un Comité de Dirección, me vuelvo a acordar de Goleman. Cada vez que un Director Comercial llora solo, delante de un Gin Tonic, sin taparse la cara me acuerdo de Goleman.
Puede que Goleman no quisiera llegar a tanto, pero nos ha dejado las empresas llenas de lágrimas, de abrazos imposibles, de caras llenas de emoción, de golpes con el puño en el corazón. Una Felicidad un tanto impostada, de la que no puedes fiarte.
¿Y su mentalismo? «Los líderes emocionales operan como una suerte de atraedores límbicos que ejercen una poderosa influencia sobre el cerebro emocional de sus seguidores» de su libro elLíder Resonante. ¡Límbicos! ¿Si no es un líder límbico no es nad?.
Definitivamente Goleman ha conseguido convertir las empresas en herbolarios, centros de yoga y de meditación. Sé de empresas que han puesto a gurús en nómina y de CEOS que han logrado la excelencia gracias a un coach que se trajo del tibet. Otros buscan un un chamán buriato, quien le va a decir no a un chamán yupik capaz de expulsar los malos espíritus con más ánimo que un Director de RRHH.
Sí. Cuanto daño ha hecho Goleman.
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