Puede parecer sencillo pero no lo es tanto. La costumbre te lleva a hacer una y otra vez lo que sabes hacer. Cada vez más rápido, cada vez mejor. De modo automático y sin pensar. El problema aparece cuando te vuelves rígido y eres muy bueno haciendo las cosas mal. Entonces todo se complica y poco a poco te vas metiendo en un lío mayor.
Encontrar soluciones sencillas a problemas complejos es una habilidad que va perdiendo el individuo. «¿Cómo va a tener una respuesta sencilla algo que me causa tanto malestar?». Los retos se multiplican y los consejeros han de ayudar a sus clientes a encontrar respuestas sencillas. Disolver con rapidez las dificultades que entorpecen la vida profesional es la tarea capital.
Un paso sencillo del que se tiene un resultado excelente es: dejar de hacer bien, lo que haces mal.
Cuando una persona está dejando de hacer lo que hacían mal, no responde de un modo automático, separa sus emociones de la toma de decisiones, ni culpa a los demás de lo que a él le ocurre, etc. Entonces decimos que se ha vuelto más flexible y los resultados son evidentes «Tengo más tiempo. Las cosas salen con mayor facilidad. No tengo que estar en todas partes. Tengo una sensación rara».
Por mucho que duela hay comportamientos, actitudes, palabras, gestos que deben eliminarse si quieres influir acertadamente en las personas que están bajo tu responsabilidad.